LA ÚLTIMA CARTA
Si estás leyendo esta
carta, significa que por fin he podido huir de ti y del terrible mundo que has
tejido sobre mí.
No te puedes hacer una idea de las veces
que he intentado abandonarte, las veces que quise tapar tu boca con mis propias
manos hasta no sentir ese aliento nauseabundo al otro lado de la cama. A
diferencia de ti, yo soy una persona íntegra, con principios y moral y con mis
actos no deseo hacer daño a nadie, entre otras cosas, porque la más perjudicada
sería yo.
Qué ciega estaba cuando me casé contigo en
aquella mañana de primavera, ataviada con un vestido blanco de tul con pedrería.
Yo sí puedo decir que me casé enamorada y muy ilusionada. No sé exactamente dónde
tenía los ojos.
Pero por fin he dado el paso correcto,
algo que debí hacer, hace mucho tiempo, quizás la primera vez que me pusiste
tus sucias manos encima. He sido una auténtica idiota pensando que me amabas.
El que ama no maltrata, no deja huellas sangrantes ni cardenales en las zonas
más dolorosas, no agravia con palabras ofensivas y desalentadoras ni siembra
terror para ganar autoridad.
Han sido muchos años de angustia y
tristeza, disfrazando mis sentimientos cara los demás, ofreciendo una imagen de
armonía y apego; y mientras tú, emborrachándote de bar en bar, naufragando
entre mujeres que ni siquiera conocías.
Lo único que puedo decirte, es que me
pareces patético y ojalá no hubieras aparecido en mi vida. Me das pena, siempre
aparentando ser un hombre correcto, serio y triunfante, vestido con esos trajes
tan caros impolutamente planchados, pero en tu interior, no eres más que un
infame, ruin y un desgraciado.
En mi vida decido yo, la vivo yo y tú no
eres quien para levantarme la mano. Que me hubiera casado contigo no te da
derecho a vejarme, amedrentarme y humillarme.
Por último, te recomiendo la visita a un
psicólogo para tratar esos fantasmas que te invaden o de lo contrario, acabarás
solo y huérfano de todo. Nadie querrá estar a tu lado, ya que en vez de
transmitir cariño y afecto, radias odio, miedo y sometimiento, y nada de esto
es bueno.
No intentes buscarme, pues nunca volveré y
mucho menos a tu lado. El amor se ha estrangulado con una cuerda que tú mismo
le facilitaste, si es que alguna vez existió.
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