Era una tarde calurosa del mes de julio, de esas en
las cuales, lo único que deseas, es estar bajo el agua de una cascada,
protegida del sol. Alexia tenía trabajo pendiente. Durante los meses estivales,
la empresa donde trabajaba permanecía cerrada por las tardes, debido al
insoportable calor que atravesaba las inmensas cristaleras con vistas a la gran
manzana. Ni la máquina de aire acondicionado conseguía ambientar las
gigantescas oficinas. No le apetecía trabajar en casa, que a pesar de ser más fresca,
no le inspiraba lo suficiente. Debía escribir el discurso para la conferencia
en Valladolid del día siguiente y para ello, necesitaba el contacto directo con
la naturaleza.
Subió al desván y cogió la bicicleta urbana,
que había comprado en una feria organizada por ella, años atrás, y se dirigió
al parque más cercano, considerado como el pulmón de la ciudad. Ya en el
interior del mismo, eligió estirar su toalla en una zona poco concurrida, sin
el bullicio de los niños, jugando alegres bajo los chorros del agua y sus
madres reprendiéndoles. Desde aquel árbol centenario, podía ver la ciudad al
norte, colmada de gigantescos edificios comerciales y al frente, un lago
artificial por el que transitaban gansos y patos en total armonía.
Amaba aquellas vistas armónicas y el sonido de la
naturaleza virgen. Había pasado la mayor parte de su vida viviendo en el campo
con su familia, entre animales, frutales, plantas, tierra y abundante agua.
Después se mudó a la ciudad para ir a la universidad y posteriormente para
trabajar.
Estuvo trabajando, alrededor de dos intensas y
fructíferas horas con su portátil, donde tenía toda la información. Únicamente
le quedaban pequeños retoques y ya estaría listo para el día siguiente. Estaba
orgullosa por el trabajo realizado, pues cada día se mostraba más exigente
consigo misma. Decidió levantarse, y estirar un poco las piernas, antes de
volver a coger la bici para regresar a su apartamento.
Una vez desperezado su cuerpo, cogió la bicicleta del
suelo con ánimo de abandonar el lugar, con tan mala suerte, que en ese mismo
instante y justo a su lado, pasaba un chico haciendo deporte. El corredor cayó
al suelo de bruces. El golpe no había sido muy fuerte, pues Alexia todavía no
había cogido velocidad, aunque sí, el susto para ambos. Avergonzada, le ayudó a
incorporarse del suelo y revisó las rodillas y los brazos del chico varias
veces, para comprobar que no tuviera ninguna contusión grave a la vista. Estaba
muy nerviosa y no sabía cómo actuar en una situación como esa. Nunca antes había
atropellado a nadie.
–
¿De verdad te encuentras bien? – había
preguntado con un tono de voz angustiado.
–
Creo que sí. Sólo han sido unos
rasguños, nada más – contestó él sonriente – suerte que el suelo no está
pavimentado.
–
No me lo puedo creer, de verdad. Es la
primera vez que me pasa algo así, no era mi intención tirarte al suelo, créeme
– necesitaba justificar sus actos.
–
Me lo imagino, faltaría más – bromeó él.
–
Seguro que algo se te ha roto, o al
menos a mí me pasaría. ¿quieres que llame a una ambulancia? – insistió Alexia.
–
No, para nada. Puedo mover todo sin
problemas – exclamó él, al tiempo que movía piernas y brazos para
tranquilizarla.
En ningún momento de la conversación, se habían
mirado a los ojos. Ella, empecinada en encontrar algún hueso roto en aquel
cuerpo fornido y atlético, y él, preocupado por el histerismo de Alexia.
Un extraño impulso, hizo que tomara las manos de
Alexia entre las suyas y con semblante tranquilo y mirándola a los ojos le dijo:
–
No te preocupes tanto, me encuentro
bien.
Fue
justamente en ese momento, mientras se cruzaban las miradas, cuando se fijó en
el rostro del chico y tuvo la sensación de que lo conocía de algo.
–
¿Alexia? – preguntó el corredor, algo
sorprendido.
–
¿Nos conocemos? – contestó Alexia
interrogativamente –. Me suena tu cara, pero no sé de qué ni de dónde.
pero miraaaaaaaaaaa pesca, me dejastes en ascuassssssss, de dnd lo conoce y quien es?
ResponderEliminarcon esta foto de publicidad, me dejas mas intrigada... Para Cuando Sandra?
Mañana mismo os dejaré la segunda parte!!! Gracias Elvia
ResponderEliminarLo de dejarnos con las ganas te lo paso. De hecho, me gusta. Pero qué coño (perdón!) pedazo de foto es esta?? Mañana mismo quiero algo!! Danos algo, por favor!! No nos lo hagas desear más!!!!! jajajaja
ResponderEliminarBueno, presiento que este relato es el que más me va a gustar de todos los que has leído, no???? jijijiji
Como siempre, gracias por compartir tus relatos. Nos leemos. Un beso. <3
Sí, lo has adivinado. Me ha encantado escribirlo... lo he disfrutado. Muchas gracias.
ResponderEliminarHola Sandra: He leído tu relato. En realidad esta bien, aunque supongo que aun falta mucho para poder darte una opinión más real sobre la historia. Lo dicho, cuando vea como termina todo, te diré.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Javier y por haber tenido un hueco para leerlo.
Eliminarfelicidades Sandra: consigues despertar el interés y dar ganas de leer más.
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