VISITA
A MEDIA NOCHE
A media noche, escuché un ruido extraño, nada familiar,
en la zona del garaje. Mi marido estaba trabajando, con lo cual, las
posibilidades se reducían. Dispuesta a saber quien osaba interrumpir mi sueño,
pasé por la cocina, cogí dos cuchillos de punta fina y una pequeña linterna, y
me dirigí a la planta baja, con pasos cautelosos. En principio, todo estaba en
su lugar. Decidida, abrí la puerta y para mi sorpresa, unos ojos convexos me
miraban fijamente, preguntándose cuál sería mi siguiente paso. ¿Cómo era
posible, qué después de enterrado, siguiera atormentándome con sus fastidiosas
y repugnantes visitas?
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